Bueno, no me gusta
escribir sobre estos temas porque no so soy un escrito político (aunque todos
los escritores somos políticos), ni me gusta exponer utopías, ni nada, pero voy
a hacerlo por dos razones: la primera, porque, una tarde cualquier, en que una marcha
me cerró el paso en Reforma, una señora se quejó de los marchantes de un modo
que me erizó la espina dorsal y casi salto sobre ella, salté realmente sobre
ella en mis imaginaciones, y la pateé y todo eso mientras le gritaba: maldita
imbécil, ellos están haciendo algo mientras tú estás preocupada porque no
llegarás a tiempo al rastro, es decir, al matadero, al curro, al tajo, o como
lo llamas tú: a la oficina, donde vas a generar carretillas de dinero para
alguien que no eres tú, y con tus acciones pequeñas, sumas a las grandes
acciones de tus empleadores, que sin que te des cuenta (cualquiera puede darse
cuenta, pero les han vuelto idiotas) te metan un palo por el culo cada día con
el aumento del gas y la gasolina, entre otras cosas que está de sobra elucubrar.
Y la segunda, por una razón personal que prefiero evitar, al menos, en este
primer párrafo. Quizá lo confiese después. En fin.
El caso es que, además de la marcha de Reforma, por
aquellos tiempos, se realizaron a cabo varias marchas. Nada nuevo, ya se sabe,
las marchas, los manifestantes, los desempleados, los estudiantes vagos, los
roñosos, los buenos para nada, los huevones de pantalones rotos y greñas
largas. Son una plaga. Deberían ponerlos a trabajos forzados. Deberían
estallarlos a todos con una bomba para dejar libre el paso de las avenidas. Las
avenidas nos conducen al pan de cada día. Lo importante es mantener las avenidas
libres de vándalos. Lo importante es trabajar. Cobrar un sueldo. A costa de
todo.
Desaparecieron a cuarenta estudiantes. El gobierno
les asesinó. Eso es lo que los manifestantes reclamaban. Pero los empleados
decían: cuarenta no es demasiado, además no son mis hermanos ni familiares, yo
necesito ir a trabajar, necesito llegar a descansar a casa, Dios, ¿es que no lo
pueden entender? Es un país maravilloso mientras se pueda comprar un coche a
plazos y encender un televisor. Es un país maravilloso mientras tengamos
selección nacional de fútbol. Es un país maravilloso mientras se nos siga
inyectando productos gringos de alto nivel aspiracional, y de productos
chinos, de bajo coste, que nos hacen la vida más cómoda y placentera (nos vuelven más tarados).
2
Luego, una chica
hermosa que conocí por casualidades de la vida, a la que deseaba follar y todo
eso, pero vivía en otro estado y nos prometíamos vernos para follar y todo eso,
me preguntó si yo, radicando en la capital, acudía a las marchas.
Bueno,
en aquellas fechas yo no pensaba en otra cosa que en mis relaciones amorosas,
que estaban vueltas un lío. Había terminado una relación de cuatro años y
comenzado una nueva relación, de un día para otro, y me sentía aturdido,
ensimismado y lleno de sentimientos encontrados de melancolía, felicidad,
nostalgia, éxtasis, etc.; problemas que solía contar a la guapísima
provinciana. Ella, por su parte, me consolaba y me prometía cuidados especiales
si alguna vez llegaba a venir a la ciudad, y todas esas cosas que se prometen
los amantes a distancia. Por todo esto, le dije: yo sólo me preocupo por mis
problemas personales. No voy a las marchas, santo Dios. Por supuesto, me
reprendió (en el buen sentido de la palabra). Sincerándome, confesé que no
marchaba porque ello me recordaba la rebeldía honesta y bien lograda de mi ex.
Me indultó por ello. Dijo que si ella estuviese aquí no faltaría a una sola
marcha.
Ahora bien, pocos días después hubo otra marcha. Me
enteré porque me cerraron el paso en las narices antes de cruzar Reforma. Esta
vez me uní a ellos, total; además que con ello acariciaba el recuerdo de la
bellísima mujer platónica, y de de mi ex, a la que guardaba cariño.
No pude seguir por mucho adelante. La gente me
desesperaba. La situación era incómoda y ridícula. Una muchedumbre. Eso es lo
que éramos. En el sentido más despectivo de la palabra, un cerebro torpe y
atrofiado, sin personalidad, sin talento, sin voluntad propia. Toda masa es un
cerebro retrasado. No importa si la masa se ha unido para una causa buena, no es
significativo. El gobierno debe saberlo, pensé, porque si las marchas sirvieran
de algo, estarían prohibidas. Dos cuadras delante abandoné. Me largué a casa,
donde me esperaba mi hermosísima noviecita y a la que ya deseaba invitar a por
un trago y luego follar.
Al día siguiente me escribió la queridísima
provinciana. Le conté de mi experiencia en la marcha y se deprimió porque no
duré más que dos cuadras. Vamos, le dije, ya he ido a otras marchas y cosas,
nunca se llega a algo. Dijo que eso era el pensamiento de los mediocres. Vamos,
no lo dijo así porque me quería, pero lo dio a entender. Me puse a pensar en
ello, pero no me convenció. Es más mediocre marchar. Marchar es la peor lucha
que se puede hacer, la más baja, la de menor impacto. La más sencilla. La más a
la mano. La más mediocre lucha por reclamar algo. El gobierno nos ha educado
para ello. Se nos permite marchar, como se deja llorar a un niño al que no se
le dará lo que pide, por más que llore, y en algún momento se cansará. Ella
dijo: marchar no sirve para nada, pero es mejor que no hacer algo y es
necesario para, al menos, no quedarse callado. Sí, bueno, eso es lo que dicen
todos, pero no estoy tan seguro, contesté. Las marchas, en ese sentido, son
importantes en cuanto que tienes la necesidad de gritar, de berrear como un
niño, y es la única forma de pelear que el pueblo conoce. Si de verdad quieren
cambiar algo dejen de usar el metro, de comprar gasolina, de consumir productos
extranjeros como Starbucks y de ver televisión. Si todos los que marchan, en
vez de marchar, dejaran de hacer esto habría un pequeño cambio real. Sin
embargo, van a la marcha en metro y regresan a sus casas en metro y llegando
prenden de la televisión y comen despensas compradas en el supermercado. El
gobierno debe reírse de ellos. Como un padre ante un niño, que por más que se
queje debe dormir bajo el techo paterno y ponerse los zapatos de escuela e ir a
la escuela, etc. El pueblo es el hijo de un padre maldito. La manifestación
pude hacerse día a día en lo individual, sin pertenecer a una masa, dejando de
hacer lo que se nos diga que hagamos. Hay que comenzar por apagar las noticias,
por dejar el fútbol y por no comprar nada chino ni americano. Pero eso es algo
muy difícil para un niño. Es como decir: hay que rebelarse al padre comenzando
por hacernos responsables de nosotros mismos, en vez de chillar.
No
recibí respuesta de parte de mi provinciana. A la noche, respondió. No importa,
solo son ideas, quizá tampoco sirvan de algo, dije. Bueno, dijo, es igual,
¿cómo vas con tu nueva mujer? Ya, dije, pues muy bien, le gusta beber y leer y
follar, que es lo que más aprecio de estar vivo y nos entendemos bien. Entonces
cambió de tema, como solía hacer, sin prevenirme de ello, y confesó que había
pensado en aquello de las marchas. Dijo que aún así marcharía si estuviera en
DF. Ya, dije, ¿y tú cómo vas con tu pareja?
3
Luego ya no
tocamos en tema de las marchas porque la gente dejó de marchar y todos
olvidamos el asunto, o, en todo caso, lo recordamos como un hecho histórico,
como recordamos lo que ocurrió en el año 68, etc., y nada más. La vida continuó
su rumbo y las vialidades se desbloquearon y se bloquearon de nuevo, pero ahora
por el tránsito lento y sobrecargado que provocaron los enganches bajos y los
intereses congelados y la manufactura china y brasileña en la fabricación y
compra de coches nuevos. Yo los miraba y me decía: bueno, ahí tienen su
resultado. Todos querían un coche; se les dio, y ahí tienen su maldito
resultado.
Las marchas son shit un monton de ovejas siguen a un lider que los manipula y que nunca sufre las consecuencias de la causa.
ResponderEliminarCuando el cañón abre la boca el gobierno, el gobierno escucha con atención.
ResponderEliminarExcelente.
ResponderEliminarBilly creo que tu conciencia social no es muy activa ni en tus sueños
ResponderEliminarCuantas personas habermos que sólo nos lamentamos, sin hacer absolutamente nada. Y cuando nos llega somos los primeros en llorar.
ResponderEliminarun espejo .................
ResponderEliminarSigo los capìtulos y he comenzado a acostumbrarme a este estilo fuerte, acerado, filoso y casi cruel. Feliz inicio de semana.
ResponderEliminarMuy bueno!!
ResponderEliminarBueno y verdadero!
ResponderEliminarMuy chido, y con mucho de sentido común !!!
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