Todo mundo hablaba
de hacer algo,
pero yo ya me estaba cansando del mundillo
literario en el que nos habíamos sumergido los últimos dos años. Era un mundo
que más tenía que ver con sexo y alcohol que con literatura, porque de los
grandes escritores sólo podíamos copiar su modo de follar y de beber. Su
literatura no. Esa es la primera trampa. Creíamos que por beber y coger tanto
como nosotros suponíamos (nada era certero, todos estaban muertos) que bebían y
cogían Baudelaire, Kerouac y Carver, escribiríamos como ellos, o seríamos más
cercanos a ellos, no sé. Los poetas subían a los estrados y recitaban un montón
de borrachadas, a grito, y pensaban que así conquistarían algo; al menos, el
sexo de alguna chica de entre el público que les gustase; a veces lograban
acostarse con alguna del público o del mundillo, pero para ello debía ser ésta
una mujer que no leyese demasiado, o que estuviese infectada ya con el virus de
la poesía mediocre. Los prosistas éramos por mucho peor. No subíamos al
estrado. Desde nuestras trincheras ametrallábamos el horizonte, a ver a quién
mordían nuestras balas. Los hombres prosistas también apuntaban sus miras, en
el peor de los casos, a acostarse con alguna. Por mi parte, no puedo decir que
fuese mejor que ellos y que ellas, aunque les miraba hacer y bostezaba. Mis
lectores, en su mayoría, eran hombres. Aplaudían mis esfuerzos (debo confesar
que no hubo esfuerzo, escribía y escribíamos de manera natural, sin demasiado
esfuerzo y sería pecado mentir y decir que una lleva años luchando, etc.)
porque antes o después de leerse mis textos miraban mis fotografías.
Por
mi parte, llegué a acostarme con una serie no muy grande de escritores y poetas
y de lectores de mis textos. No sabría decir cuales fueron peores experiencias.
Los escritores, los prosistas, al menos eran interesantes y a veces cultos e
inteligentes, aunque no por regla, y los poetas, casi por regla creían que
debían estar locos para poder versar, y por ello, eran unos completos pelmazos
sin cultura (los poetas leían por mucho menos que los prosistas) y eran más
borrachos, o borrachos de otro modo, más escandalosos y menos refinados, con
menos sentido: bebían por aparentar estar locos y no con un sentido de la
bebida. Algunos hasta creían que se puede ser poeta sin haber leído y aprendido
las estructuras y las reglas gramaticales y ortográficas del idioma en
que se expresaban. A esta irreverencia la llamaban libertad, desapego, locura y genio. No había en ello nada más que mediocridad. Sin embargo, hablo tan
sólo de mi generación y de mi mundo. Si fuera de él existieron poetas
estupendos, yo no les conocí. Los lectores no eran mejores que los poetas, a
quienes aprendí a despreciar inmediatamente. Algunos leían aún menos y otros ni
siquiera comprendían lo que es ser escritor o escritora y más que desearme por
haber escrito un texto, lo hacían por el mismo motivo que deseaban a otras
mujeres. Era un mundo literario sin literatura. La literatura, en todo caso,
era el pretexto.
Incluso
mi amigo más cercano, el más huraño de todos, Martin Petrozza, se inmiscuía en
el mundillo desde su enorme trinchera, y a veces leía en público o publicaba o
salía con los lectores de sus textos, en especial, con las lectoras de sus
textos, a las que follaba en su habitación y de las que se enamoró de una, de
Simona. Aunque odiaba al mundillo y lo maldecía, todas las noches se adentraba
a él en forma de borracho, a conocerlos, a observarlos, a consumirlos, gracias
a sus dos personalidades, que respondían a sus dos únicos estados: sobrio /
ebrio, en que repartía las horas de sus días, exceptuando las de dormir; podría
decirse que dormía sobrio / ebrio, según el caso. Sobrio era solitario, huraño,
depresivo y pendenciero. Ebrio era sociable, risueño, casi agradable y
bienhechor. El cambio era drástico. De Sobrio aprendí el odio al mundillo. De
Ebrio, que el mundillo no tiene nada que ofrecer.
Otro
cercano, Salmoneo Gutiérrez, que tres cuartas partes de su tiempo se mantenía
sobrio y una ebrio; era poeta, aunque no de circo, se mantenía al margen y
era, de todos mis conocidos, el más serio en el aspecto literario, en busca no
de fama, aceptación o popularidad, sino de poesía, por decir de algún modo,
aunque incluso él no estaba seguro de en qué consistía la poesía ni la
literatura ni la búsqueda (afirmaba que había una búsqueda). Participaba de la
guerra desde detrás de un montoncito de sacas llenas de tierra, pequeña
trinchera desde donde lanzaba, muy de vez en vez, aluna granada a ciegas, sin la
misma intención que los otros prosistas y poetas, pero por probar y por estar
dentro de aquello en que se supone que debe estar dentro un poeta. No se
manchaba demasiado. No leía en público ni se presentaba, ni salí con lectores
ni lectoras.
Cuando
se los dije me vetaron en automático. No soportaban que alguien les
contrariara. Podía negarles beber o acostarme con ellos, incluso salir con
ellos, pero si les decía francamente lo que pensaba me tachaban de incrédula.
No estoy segura que en realidad deseasen hacerse escritores y todo eso. Muchos
de ellos dejaban las letras en el camino a la adultez. Los pocos que
continuaban eran, claro, más serios, pero, ¿hasta dónde se llegaría? Salmoneo
decía que no importa a dónde pueda llegarse, la poesía no es un camino hecho ni
con destino claro, lo importante es escribir. Tenía razón desde cierto ángulo y
hasta cierto punto. La pregunta era, ¿hasta dónde quería llegarse?, es decir,
medir si el compromiso con la literatura era cierto o había más compromiso con
el alcohol y el sexo y la popularidad opaca de ser un poeta o un prosista
subversivo o cualquier cosa que se creyesen al escribir.
Decidí
ausentarme. No me presentaría más en público, no leería en eventos culturales,
ni siquiera asistiría a la presentación de mis libros, ni me dejaría ver por
los lectores (ninguno sirvió para nada, ni siquiera para hacer el amor). Además
de ello, o a pesar de ello, continuaría lanzando textos como granadas, desde la
trinchera de mi privacidad, a ver a quién volaban los sesos. Si alguno
apreciaba mis letras por mis letras, cosa que miraba cada vez más lejos, ya
sería ganancia. Si no, el placer de la carnicería continuaría siendo el
aliciente, hasta que un día, algún prosista fuese capaz, desde el otro lado del
frente, de acabar conmigo de un bombazo. Hacer algo ya no llamaba mi atención. ¿Qué íbamos a
hacer? Éramos parte de una generación estéril, hecha a imagen y semejanza de
dioses falsos. No había uno que no quisiera ser como otro, por lo menos, en lo
tocante al trago y el sexo. El trago y el sexo no hacen a un escritor. El trago
y el sexo es para cualquiera, escribir para unos cuantos. El trago y el sexo es
el consuelo a los mediocres. No escriben grandes obras, pero beben y
follan.
La condena del millón de dólares, pareciera que estos cabrones se llevaron todo, y no queda mas que la paráfrasis o la intertextualidad. Todos están muertos y desde el mas allá nos siguen gritando: Uds. cojan y no se preocupen por nada, tomen, pónganse hasta el culo y pretendan escribir que afortunadamente queda mucha subjetividad y sus letras acomodaran bien en otros que solo piensan en coger y beber, así de relativo es el mundo en donde el ego solo se coge para no sentirse solo
ResponderEliminarDan ganas de seguir leyendo
ResponderEliminarQué hay de malo en follar y ponerse pedo?? Nada, el asunto estriba que entre peda y peda hay que leer, no conozco a ningún decente poeta que no sea culto, los mediocres de las poses no llegan ni rapsodas. Al final la obra maestra de tu vida nunca vendrá como decía Cortázar, por ende sólo queda escribir y escribir y tomar un poco más de cerveza, parafraseando al gran Bukowski...
ResponderEliminarMe sigue apeteciendo follar.
ResponderEliminaruna muy buena descripcion del mundillo literario que hay en el D.F. pero en mi ciudad es aun peor y mas pequeño el circulo pero si te atreves a criticarlos te expulsan de inmediato y bueno si se quiere lograr algo es un camino solitario citando a Rilke: reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir… pregúntese en la hora más silenciosa de su noche: “¿debo escribir?” Excave en sí mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si ésta hubiera de ser de asentimiento, si hubiera usted de enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo “debo”, entonces construya su vida según esa necesidad: su vida, entrando hasta su hora más indiferente y pequeña, debe ser un signo y testimonio de ese impulso., este extranjero, este joven insignificante, deberá sentarse, y, en su quinto piso, deberá escribir, escribir día y noche. Sí, deberá escribir y así acabará esta situación......
ResponderEliminarHay literatura media para rato, ya que el clamor general es: coger y beber. Cojo y bebo, luego existo. (clamor) o luego repaso; pero primero te repaso. Ja!!
ResponderEliminares un deseo tan fuerte como el desear comer, asi que si coger nos hace tanto bien,pues cojamos!!
ResponderEliminarMagnifica pieza literaria, y muy explícita de lo que es el mundo de la intelectualidad bohemia. Felicidades Verónica Pinciotti magnifica tu pluma literaria.
ResponderEliminarCabemos todos...."Mis lectores,... hombres. Aplaudían mis esfuerzos, porque antes o después de leerse mis textos, miraban mis fotografías"" (Y)
ResponderEliminarCasi real...
ResponderEliminarExcelente la resaca: relato - vista. Dan ganas de brincar ahí, pero solo para rascarse las bolas al igual que los demás, y ya con la experiencia bien acomodada según partes y formas salirse. ¿Que cosas, no?
ResponderEliminarComienzo a pensar que escriben porque nunca aprendieron a hacerle el amor...a una mujer.
ResponderEliminarLos cielos azules,las noches oscuras con estrellas...
ResponderEliminarlas primaveras...
Los inviernos...
Las hojas secas...
Los campos verdes...
Los sueños...
Los amaneceres...
El canto de las aves...
Los rayos de sol...
Los veloz de la luna...
Y todo lo que vivieron y plasmaron en su literatura...
Es un lindo recuerdo...
Hoy es mejor ser recordado que solo recordar...
Los vicios son un viaje mas...
Bueno una pequeña visión de lo que fue el vivir de sus lecturas...
¡vaya, hasta que una escritora lo dice! en verdad es muy desagradable ir a esos "círculos de escritores" que no hacen más que proferir su verborrea alcohólica, sexo, drogas, etc. es desagradable. las enfermedades de la sociedad también se ven reflejadas en muchos escritores. si a ellos les agrada beber y follar en exceso, pues cada quien, pero si, suelen hacerlo más bien para imitar a sus escritores. falta de identidad, entonces no tienen creatividad genuina, es decir no son ellos mismos a la hora de crear. aunque muchos escritores y artistas sin darse cuenta crean, como un impulso debido a vivir en una sociedad carente con tantos problemas, son como válvulas de escape, así que sus adicciones son algo normal para esas personas y sus creaciones carecen de esencia. por eso me agrada mucho leerle escritora Verónica, siempre dices las cosas como son, sin trabas, si no así, como van.
ResponderEliminarBUSCAR NUESTRO PROPIO CAMINO VERITO CHULA, TAL VEZ CON SEXO A LO CABRÒN, O PORQUÈ NO, TAL VEZ ASEXUADO
ResponderEliminarY este desgasté por derroche de todos aquellos insaciables excesos
ResponderEliminarNi follar me satisface tal como escribir
ResponderEliminarson la misma moneda hermano, en el mismo monedero.
ResponderEliminarEn la misma bolsa rota
ResponderEliminarAl igual que todos integrantes de BOOM latinoamericano en Paris , sus grandes amigos de la artes Plàstcas, Picasso, Dali, .......Todos pasamos por es etapa del " seguidismo inconsulto "......y pagamoss caro sus consecuencias....Charles Aznavour , en su canciòn La Bohemia, da un resumen.......
ResponderEliminarel triste final de un sueño: no se puede ser original cuando se 'copia' a otros
ResponderEliminarel párrafo dedicado a Salmoneo Gutiérrez juro que se ajusta perfectamente a mi en el sentido que tampoco estoy seguro de en qué consiste la poesía
ResponderEliminar"la poesía no es un camino hecho ni con destino claro"... genial
ResponderEliminara manera de síntesis tu texto (muy bueno por cierto) me deja la siguiente reflexión: "cojo, luego escribo"
ResponderEliminarSi señora, me gusta.
ResponderEliminarmmmm exelente...!!
ResponderEliminarImitando la mediocridad, pues es más fácil que trabajar. Creo que lo difícil es reconocerlo.
ResponderEliminartodo.pero todo,en las letras versadas....
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