Texto por: Tai O'farrell
Como cada mañana, exactamente a
la misma hora, se llenaban las aulas del instituto ECA, una facultad de artes y
comunicaciones situada en la envolvente metrópoli de Sao Paulo. Que como ya era
costumbre, los muros gruesos y esparcidos como un laberinto, contenían todo
bullicio que aquejaban los ecos del arte.
Para Sai Olivera resultaba irónico comparar las actividades de la vieja escuela
y su rutina, con los sentimientos reprimidos que guardaba y hermetizaba en lo
más profundo de su subconsciente, igual que los pequeños salones que
aprisionaban todo sonido tras sus muros,
el encerraba de la misma forma todos sus deseos, y cada alteración inesperada
de sus emociones, a través de los límites marcados de su quietud justificada.
La razón que ocupaba los
pensamientos más importantes de Sai, era quizá lo más obvio en cuestión,
Beatriz Leite, que parecía ser del tipo de chica de aspecto despreocupado, que
poseía una belleza totalmente natural, que resaltaba hasta la más mínima de sus
expresiones, haciendo de su presencia, el motivo principal de la inspiración de
un tío virtuoso, cuyo objetivo no era otro más que conquistarla.
Como era de esperarse de alguien
que conoce sus limitaciones y sus mayores virtudes a fondo, Sai tenía el hábito
de auto cuestionarse y analizar las virtudes necesarias para afrontar cualquier
problema, incluso si este le llevara el mayor tiempo posible en resolverlo, que
en este caso, no era el tipo más hábil tras algún instrumento musical, o el
poeta esperado por el país entero, sin embargo, era un artista impresionante,
tras las pequeñas curvas de un lápiz.
Hacer bosquejos en hojas de
cualquier tamaño , era más que un motivo para expresar su talento, era en su
opinión el medio perfecto para mostrar los instantes únicos que llenaban
ciertos espacios de nuestras vidas, y que podemos capturar a través de nuestros
ojos, es decir, la forma táctil de lo más hermoso de nuestras memorias.
El chico meditaba sobre lo
disparejo de sus horarios, apoyando sus manos sobre su casillero, cuando
escucho un leve grito que venia del extremo final del pasillo, aunque suave y
confuso por el eco, logro entender lo que decía -date prisa, la clase está por
comenzar y al menos este día no hay que llegar tarde-.
Se trataba de uno de sus pocos,
pero más fieles amigos de Sai, Anderson Silva, que a pesar de su facha de
rockstar incomprendido, sin duda Sai podía confiar en el completamente.
Al darse cuenta de quien gritaba,
Sai dirigió su mirada hacia Anderson, al mismo tiempo que le contestaba en voz
alta -te veo en el salón, así apartas
un lugar para mí-.
Al entrar no había nadie sentado,
todos murmuraban con su respectivo grupo de amigos lo que había sido de sus
actividades el fin de semana, los resultados de los partidos de futbol, los
chismes más sonados de los artistas y de los tipos más populares de la
facultad, cada quien tenía su propio tema de conversación, pero nadie parecía
tener el mas mínimo interés por hablar ni cuestionar los avances de sus
talentos, después de todo, era la razón por la que estaban ahí.
Cuando el maestro pedro llego a
poner orden y así iniciar con cierto tono de autoridad su clase, todo el lugar
comenzaba a impregnarse de una atmosfera diferente, hubo un silencio
inquietante, hasta ser levemente interrumpido por el meneo de las viejas
bancas, por el sonido de los lápices al
ser conectados con las paletas y con alguno que otro bostezo ofuscado,
denotando cierto nivel de nerviosismo, algo típico para quien comienza la más difícil de sus clases.
Todos estaban claramente quietos
en sus lugares, hasta que paso el momento de tensión cuando el maestro pedro
anoto las actividades en la pantalla y se volvió a su escritorio, para leer su
periódico de siempre, fue así que volvieron los murmullos, las risas, y algunos
giraban sus pupitres para ayudarse con el desarrollo de sus actividades en
equipo.
Sai parecía conocer el tema y
mientras giraba su banca hacia la de Anderson, le señalaba los puntos clave
para terminar el trabajo:
-prácticamente es una descripción
de un sentimiento que nos cueste trabajo expresar con palabras, estoy seguro
que todos escribirán sobre el amor, no importa cuántos ensayos hagamos, ninguno
convencerá al profe, sobre todo si usamos mí talento filosófico, así que confío
en ti para que impresionemos al dramaturgo.
-te aseguro que a quien menos
buscas impresionar es al profe, la mejor oportunidad de que te escuche la
persona que tienes más cerca y a la vez tan lejos, que problemático –le
contestaba Anderson en tono de burla- además, no es necesario esforzar las palabras
que siempre te han hecho falta para expresarte, tampoco hace falta que tu voz
llegue a cada pared de esta ratonera, si la chica afortunada, se encuentra en
la siguiente fila, a dos lugares tuyos, deja que me encargue del dichoso
ensayo, ¿además no es ese mi campo? –
Anderson insistió, con la misma seguridad
que disfrutaba mostrar en todo momento-
La observación de aquel chico con
melena de Jim Morrison, era totalmente precisa, sobre todo un buen consejo para
que Sai ocupase su tiempo en lo que tal situación requería, y al entenderlo de
esta forma, basto con direccionar su mirada, para entender el juego de la
distancia tan frustrante que los separaba y concluir que entre más cerca de su
alcance, más difícil seria persuadir sus deseos de mirarla.
Los rayos del sol se postraban a
través de cada ventana, como ya era costumbre por el astro, hacer su presencia
puntual según su horario y colorear cada mañana, un aula gris por naturaleza,
pero que se prestaba por el tiempo que fuera necesario, a recibir cada brillo
matinal y su contraste, que a consideración de un chico
atento y observador, cada suceso natural hace todo detalle más grande, y en
vista de semejante virtud, pudo percatarse que Beatriz se distraía por unos
lapsos mirando por su ventana, viajando más allá de las líneas del paisaje,
porque ella tenía la mejor vista hacia los jardines más vivos, y el la mejor
vista de su hermoso semblante.
Así fue como Sai pudo capturar de
forma creativa, lo maravilloso que implicaba dicho momento, había logrado
realizar un bosquejo sin igual, digno de su incomparable talento, que guardaba
en su carpeta justo encima de otros bosquejos, que no se preocupaba por
meterlos en su oscuro maletín, quería por alguna razón, mantenerlos cerca,
esperando el momento de ponerlos a la vista.
No era difícil entenderlo, quería
que su trabajo fuese apreciado, buscaba una oportunidad inmejorable, era un
chico astuto y como todo artista orgulloso, no pretendía otra cosa, que su obra
la contemplara algún presente, o mejor aún, por la persona que llenaba por
completo su mente, dejando de lado todo sentimiento de duda, y así fue como sus
temores de disiparon.
El maestro pedro se levantó de su
silla totalmente impaciente:
-bueno chicos, creo que les he
dado bastante tiempo.
-pero profe, diez minutos más,
nos falta rematar con un buen final y listo –se quejaban unos alumnos de las
bancas de enfrente-
-¿qué quieren hacer ustedes en
diez minutos más?, una obra de arte comparada con la tempestad de Shakespeare,
para lo que pueden lograr escribir en una hora, diez minutos mas no hará que
cambie en lo absoluto el sentido de sus
poemas mediocres -resaltaba el maestro
pedro, con una sonrisa bromista hacia sus alumnos, pero fiel a su estilo prepotente-
-en lo que Shakespeare y Goethe
terminan su impactante novela, sean tan amables de entregarme sus trabajos,
conforme los mencione, su equipo pasara al frente a leer su ensayo en voz alta.
La situación determinante se
gestaba sin que Sai se diera cuanta, el alboroto parecía invadir el espacio
estrecho de cada fila, sin embargo, la costumbre de bromear con su amigo, puso
por circunstancias naturales, la vista del chico impaciente en la dirección
correcta. Cuando miro a Anderson para burlarse de sus gestos exagerados al
pararse para entregar el ensayo, pudo notar que Beatriz se dirigía hacia la
banca que estaba justo de tras de él, donde se reunió con una compañera para
entregarle su parte del trabajo, dejando tiempo nulo para meditar, la
oportunidad perfecta había llegado, era momento de actuar, y por suerte contaba
con los elementos necesarios.
El ambiente giraba con un vértigo
inesperado, las cosas se tornaban de forma apresurada, sin embargo, aún
mantenía la calma suficiente, fue discreto y ocultando un leve movimiento, dejo
al descubierto los bosquejos de su carpeta, no totalmente, pero sí de tal
manera que pudieran distinguirse a simple vista, para luego incorporarse y
alcanzar a su amigo, que se encontraba a un lado del escritorio inmiscuido en
una charla con patricio, un tío que solía contar buenos chistes, que al ver a
Sai acercarse lo incluyo de inmediato a la plática, dejando así su lugar vacío,
esperando la ocasión indicada para que
su trabajo pueda ser apreciado.
-es así Anderson te lo firmo - comento patricio con su voz ahogada en
carcajadas- tú ves once condones como munición de un arma que necesita ser
gastada, ellas lo ven como once instantes de su vida que no pueden recuperar,¿
pero acaso no es lo que más disfrutan las mujeres?, perder su tiempo creyendo
que no lo están haciendo.
-solo que mi arma como dices, se
parece más a la de un policía del estado, ya lleva un tiempo sin dispararse,
supongo que de poco sirve tener tantas balas- admitió Anderson de forma
bromista-
-aunque Sai el dibujante más
rápido de Sao Paulo, se está preparando para usar la suya cierto- musito
patricio con un tono de voz más bajo, mientras miraba a ambos con expresiones
de total complicidad-
-¿Cómo es que te has dado cuenta
de eso? –pregunto Anderson completamente sorprendido-
-No es tan complicado, ni
siquiera algo que puede estar a la vista de todos, se que tratas de llevar esto
con cautela, y te quedes con esa impresión, pero tal vez no seas tan discreto
como piensas, al menos no si miras el mismo lugar por mucho tiempo, o en este
caso a una misma persona, en tu profesión observar es lo más importante y eso
te delata.
-pero odio cuando lo más hermoso
se mezcla con lo peor que lo rodea, como esas flores tan exóticas y genuinas,
que se encuentran siempre en esos sucios pantanos, o los tipos que son más
horribles que las criaturas de cualquier película de miedo, pero que son dueños
de un lujoso auto deportivo, esto es similar, ella siempre se enamora de los
tipos más idiotas de todo el campus, eso pasa cuando no sabes lo que buscas,
creo que son cosas que ni ella misma entiende, y demostrarlo implica un arduo
trabajo, pero imagino que ya encontraste una manera –exclamo patricio lleno de
interés-
Su comentario tenía algo de
razón, necesitaba acercarse a ella, hacer resaltar su talento y poder demostrar
lo mucho que valía poder ser parte de sus planes, que a comparación con Sai,
los demás tíos siempre contaban con algún recurso que por muy descerebrados que
fueran, tenían algo que les atraía a las chicas, y eso le causaba una envidia
notable, porque el solo tenía determinación, y se limitaba a confiar en un plan
no muy bien elaborado, reparando de nuevo sobre la marcha. Hasta para ser un
idiota hay que tener gracia, y el no poseía la suficiente.
Lo acontecido después no tuvo
ninguna trascendencia, solo la lectura de ensayos que llenaban de aburrimiento
y resignación al maestro Pedro, que según su opinión, no existían frases o
historias suficientes, para satisfacer a un letrado que pensaba que lo había
leído todo, y que sus gustos literarios le impedían impresionarse con cualquier
cosa.
Así fue con las siguientes
clases, todo era como cualquier otro día, en cada actividad sin sentido pensaba
que perdía su amor por el arte, y sabia perfecto que el talento de un artista,
muere cuando queda sujeto en la trampa de la costumbre, aunque todo perdiera el
interés deseado, había un motivo distinto,
que sincronizaba las manecillas del reloj, con la velocidad que sus nervios
marcaban por la inquietud de saber, sí su intento audaz tuvo efecto alguno, de
cualquier modo, su paciencia como du día escolar habían llegado a su fin.
El pasillo que dividía al
edificio con la explanada, se volvió un mar de gente, que salía de todas las
aula contiguas y dificultaba el paso de Sai y sus amigos, que al llegar a la
entrada del campus, se despidieron a toda prisa, para recorrer por separado
cada extremo de una de las rutas más largas del continente.
Al menos así era conocida la
avenida Lucio Martins Rodrigues, , tan larga como peculiar, que albergaba todas
las facultades de la universidad de Sao Paulo, todas situadas en la misma ruta
del camellón principal, entre ellas el instituto ECA, y todo el trayecto de la
avenida hasta el inicio de la ciudad, parecía un camino echo por una ilusión
bizarra y atrapante, que a lo largo de todo el recorrido se podía observar en
todo momento, los arboles inmensos que se arqueaban para formar una especie de
pasillo, que atraía incluso a los más distraídos, destacando un suceso aún más
curioso, sobre todo en ese sector de la ciudad, puesto que parecía que vivía
siempre en un otoño infinito, las hojas secas de los arboles danzaban
suspendidas por el aire, hasta unirse con el resto de las hojas muertas, y ocupar
hasta la mitad de cada calle mezcladas con el pavimento, que en alguna parte de
la travesía, daba la sensación de pasar muchas veces por el mismo lugar,
dejando en claro porque era una ruta diferente al resto.
El trayecto era bastante
llamativo, era tiempo de carnaval y podían distinguirse muchas maneras de
celebrarlo, había atracciones por todos lados, desde los típicos números de
samba, hasta los autoproclamados sucesores de Sergio Mendes, que no dudaban en
presumir su talento para interpretar Bosa Nova, aunque todos tuvieran dinámicas
distintas, el fin era el mismo, hacer amena la tarde de cada persona que
pasaba. A pesar de ser un ambiente que se disfrutaba en compañía, el camino era
totalmente atractivo, incluso para quien acostumbraba caminar solo.
Sai era una de esas personas, que
observaba a distancia, y no tenía inconveniente en detener sus pasos si algo le
resultaba interesante, para capturarlo con su lápiz e incluirlo a su colección
de bosquejos. Así se sumergió en una búsqueda sin prisa, donde no apreciaba
nada fuera de lo ordinario, y caminar mucho tiempo entre tanta gente, llenaba
su cabeza de estrés, dando paso a la ansiedad, que era en este caso una
debilidad marcada por ser un artista solitario, y estar siempre sereno y
preparado, resultaba ser lo más importante. Al convencerse que nada era
emocionante, decidió retirarse del evento, para salir de la avenida lo más
rápido posible, siguiendo tan rápido como la gente que estorbaba a su paso le
permitía, logro escuchar una voz suave, que provenía del lado izquierdo de la
calle, y por su resonancia pudo reconocer su cercanía, como también la claridad
de dichas palabras.
-mi dibujo –exclamo Beatriz, que
se encontraba recargada en un árbol, junto a uno de los respaldos de un puesto
ambulante de bebidas y batidos, que igual a toda reacción espontánea, al notar
que Sai giro su mirada, solo limito sus expresiones a mover de forma apresurada
el popote de su malteada, mientras manifestaba una sonrisa después de mostrar
tantas muecas que solo evidenciaban nerviosismo.
-no tuve la oportunidad de
apreciar tu trabajo antes, tenemos algunas clases juntos y no entiendo porque
razón, cruzamos muy pocas pocas palabras en todo este tiempo, eres todo un
artista sabes.
-¿Cómo es que te has dado cuenta
que tengo un dibujo tuyo? -cuestionaba
sai, fingiendo algo de sorpresa en su rostro y en sus palabras-
-muy bien, al final del camellón,
hay una desviación hacia la avenida Luciano Gualberto, que conecta directamente
con el parque relogío, a esta hora todo está en calma, y en cualquier banca que
escojas para sentarte, puedes disfrutar de una vista envidiable de toda la zona
industrial y de las mejores secciones de esta ciudad, hablemos ahí, donde no
tengamos que adivinar palabras por lo estruendoso de este carnaval de locos
–replico la chica totalmente convencida-
Beatriz se despidió con rapidez
de unas amigas que la acompañaban, para llevar a Sai al lugar que ella había
elegido, pero cualquier expectativa que alguno de los dos tuviera en mente,
para intentar congeniar mientras caminaban, se disolvía con la misma rapidez
que marcaban sus pasos, no se atrevían a cruzar esa línea, puesto que ninguno
expreso una sola palabra, a lo largo de todo el camino.
Al llegar, el parque era
exactamente igual como lo había descrito Beatriz, con amplias hectáreas de
pasto perfectamente cuidado, los pequeños árboles que adornaban la primera
sección, estaban podados con figuras de toda clase de animales, atrayendo las
miradas de todos los presentes, que no dudaban en tomar fotos, y sentarse en
cada jardinera cercana, la tranquilidad era evidente, tanto, que podía
escucharse el sonido que emitía la fuente al cambiar su recorrido, y sentir
completa armonía en el ambiente.
A pesar de la agradable vista que
ofrecía la primera sección, decidieron continuar hasta llegar a la parte norte,
donde los esperaba un pequeño camino de subida, ideal para las personas que
solían hacer ejercicio, aprovechando al máximo cada centímetro de esta área,
que contaba con numerosas bancas, situadas a lo largo de cada extremo, sin
importar cual eligieran, cualquier lugar era perfecto, podían observar la mejor
cara de la ciudad desde su posición, y debido a la fuga de metano que
interactuaba con la atmosfera, ambos eran testigos de un atardecer distinto,
que llenaba de colores un instante, que no necesitaba de otro acontecimiento
para ser más hermoso.
-esto es totalmente irónico, he
pasado muchísimas veces por este lugar, pero nunca pensé en visitarlo, traro de
mantenerme lo más lejos posible de todo lo que este cerca del campus,
contemplar algo tan maravilloso, ha sido una sorpresa totalmente agradable
–argumento Sai, mientras trataba de captar todo el panorama con sus ojos-
-en mi caso, es de las pocas
cosas que son rescatables de todo lo que implica vivir tan cerca, mi madre
tiene una florería a tres calles del fraccionamiento, que llega directo a la
estación de autobuses, y queda de frente con la salida del parque, he estado
tanto tiempo aquí, que se ha vuelto uno de los motivos por los cuales, no tengo
ningún problema cuando tengo que ayudar en el negocio.
-y como puedes darte cuenta, ya
estoy acostumbrada a ver esta clase de postales muy seguido, para cada imagen
hay una explicación, y eso es lo que busco, así que dime, ¿Cuándo hiciste el
dibujo?
-Lo hice esta mañana en clase de
literatura, note que era un momento que me gustaría llevarlo junto a mi
colección de bosquejos, no posaste mirando hacia el jardín porque alguien te lo
haya indicado, cuando tus ojos disfrutan de un momento natural, en mi opinión
es algo que merece ser plasmado, y añadir un instante más, a tantos que han
cautivado tu vista, la imagen está completamente guardada en mi mente, por lo
tanto el dibujo te pertenece –exclamo Sai, al entregarle el dibujo a Beatriz,
que no dudo en volver a mirar-
-sabes, esta mañana cuando me
acerque a dejar mi parte del ensayo, pude notar que habían varios bosquejos sobre tu banca, entre ellos
el mío, pero no tuve tiempo de apreciarlo como ahorita, no es que sea una
experta, mucho menos una egocentrista, pero hay algo que me llama
particularmente la atención, ¿Por qué te enfocaste en resaltar los detalles que
me rodeaban, incluso más que mi figura misma?
-pregunto la chica, con un tono de duda llamativo-
-lo más importante que me gusta
expresar de mi trabajo, más allá de una estética perfecta, es ser capaz de
mostrar lo que hay de tras de cada imagen, para definir la naturaleza de cada
persona, a través de los gestos que transmiten, o de las manías que puedan
mostrarme durante el proceso, trato de encontrar lo que siente el modelo, justo
en el momento en que lo estoy dibujando.
-encontrar a alguien, eso suena
interesante, me gustaría saber que pudiste hallar en mi dibujo, aunque ese
talento y esa forma de ver las cosas, de seguro los utilizas como un imán para
atraer chicas, sería comprensible que explotaras por completo cada una de tus
cualidades.
-si ese fuera el caso, me la
pasaría repartiendo dibujos a todas las chicas que llamaran mi atención, hay
partes de mi trabajo que guardo solo para mí, y aunque no lo creas, la mayoría
de las chicas prefiere comer y pasear por las plazas de la ciudad, que prestar
un poco de su tiempo para caminar sin rumbo fijo, mientras alguien como yo
plasma su belleza, mezclándola con el paisaje.
-Tal vez solo es cuestión de
suerte y la mía esta extinta, siempre he sido un desastre para conseguir el
amor de cualquier modo, sin embargo estoy convencido que todos exageran con ese
tema, haciendo de algo muy simple, una esfera inmensa de dudas y
complicaciones, por eso prefiero usar mi creatividad para demostrarlo, que para
maximizarlo –concluyo Sai con una seriedad notable-
Su sentir era relativo, las
palabras de patricio que hacían referencia a los prospectos de Beatriz,
recalaban de manera insistente, de tal forma, que no sintió remordimiento alguno
al expresar la indirecta, pero sí pudo notar cierto rubor en el rostro de la
chica, que apretaba sus labios y agachaba la mirada, mostrando señales de que
sus palabras habían dado en el blanco.
-tienes razón Sai, ni siquiera yo
sé si valoro el tiempo para hacer cosas distintas, como estar aquí y ahora
hablando contigo, o apreciar un detalle que nadie me brindo antes, suelo venir
con frecuencia a este parque para despejarme, pero nunca había pensado si era
algo que considerara importante, he perdido mucho más de lo que imaginas en
esos centros comerciales, donde, como dices, la mayoría de las chicas solo
desperdician su tiempo, en vez de vivir un momento inolvidable en otro lugar
totalmente distinto.
-hablabas sobre encontrar a
alguien, entonces encuéntrame a mí, dibújame de nuevo, compara ambos bosquejos
y dime lo que piensas. Sabes, hay otro lugar que me gustaría mostrarte, dado
que mañana es sábado, considero que es un día ideal para tomar las cosas con
más calma, sin el estrés habitual de las presiones, la ruta a comparación con
la de hoy, no será tan larga, pero tal vez el sitio te parezca agradable, si
estás de acuerdo, en la estación del metro Beira Linha, te veo bajo el puente
de las vías del viejo férreo a las tres de la tarde.
-el tiempo cuando lo disfrutas se
pasa volando, y mi madre seguro va a matarme, no hace falta que me acompañes
hasta la salida, desde aquí la florería me queda cruzando la calle, espero
verte mañana, así que no te desveles demasiado –concreto Beatriz de forma
bromista, mientras se despedía de prisa-
Todo transcurrió muy rápido el
día siguiente, hojas de papel, lápices de todos los números, material adicional
e indispensable, todo estaba guardado en su maletín, y en un parpadeo
instantáneo, se encontraba sentado en el asiento de un vagón, invadido por los
nervios pero totalmente preparado para
un encuentro tan importante, lo había imaginado muchas veces, y en su mente no
tenía cabida para el fracaso, al menos esa era la actitud que Sai trataba de
dominar, mientras se acercaba con una velocidad sorprendente a su destino.
La estación de Beira Linha era un
lugar más que adecuado, puesto que marcaba el comienzo de la zona industrial
más grande de la ciudad, y los fines de semana no era visitada por mucha gente,
la mayoría prefería asistir a las plazas o a los estadios, donde intentaban
olvidar precisamente, las jornadas irritantes que vivían en su trabajo.
En sus recuerdos más favorables,
Sai no recordó alguna ocasión en la que haya sido puntual, pero el reloj no
estaba equivocado, había llegado con una anticipación considerable, tal vez era
un buen presagio, pero sin tiempo a considerarlo, prefirió caminar hasta el
lugar del encuentro y contemplar casa suceso detenidamente.
El viento soplaba con fuerza,
pero disminuía su intensidad, al chocar con las columnas que sostenían las vías
del viejo férreo, las rejas que protegían los rieles proyectaban pequeñas
sombras hacia el suelo, algo que Sai disfrutaba mientras esperaba bajo el
puente.
Minutos después, a pocos metros
de distancia, pudo ver a Beatriz que bajaba los escalones de la antigua
estación con cuidado, y cuanto más se acercaba, los reflejos del sol hacían
brillar su piel de forma deslumbrante, haciendo imposible para el dibujante
ocultar su asombro.
-y bien, que es lo que tengo que
hacer Jack –Beatriz lanzo una pequeña broma, al comparar a Sai con el personaje de Leonardo DiCaprio en
Titanic-
-todo lo que tienes que hacer, es
sentarte donde prefieras, a comparación de lo que imaginas, puedes moverte sin
problema, siempre y cuando mantengas tu vista al frente, lo importante, es que
no deje de mirarte cada segundo, mis dedos y el lápiz harán e resto.
El sonido que emitían los
automóviles que pasaban a lo lejos, se distinguía de manera tenue a su
alrededor, sin importar cuanto tiempo pasara, no dejaban de verse el uno al
otro, no había nada que agregar, sobre todo cuando eres malo con las palabras,
pero experto en expresar lo que sientes con la mirada. Era lógico que Beatriz
lo notara, ese era el objetivo, competir por una oportunidad utilizando sus
recursos más fuertes.
Para un artista talentoso, no es
problema ser rápido y eficaz, eso es lo que describía a ese chico, que necesito
solo unos minutos para terminar el dibujo de forma perfecta:
-es la primera vez que mis ojos
se pierden por completo en lo que veían, sin embargo creo que esto le benefició
a mi trabajo –concreto Sai al entregarle el dibujo a Beatriz-
-ahora dime lo que piensas, demuéstrame
que has encontrado algo importante, algo que no sepa y me convenza que no es
una pérdida de tiempo, sin omitir el hecho de darme cuenta que te gusto, espero
que tu respuesta sea sincera, sin mezclar lo que sientes con tu opinión.
-toma ambos dibujos, analiza con
atención tus manos y tu mirada, no necesito dibujarte para saber que estás confundida
y que tienes coraje hacia ti misma, mi trabajo consiste en observar para
entender lo que hay de tras de todo lo que muestras, te pedí que analizaras
ciertas partes por una razón:
-tus manos, pude notar que sueles
apretarlas cada que miras por la ventana, eso al principio no tenía sentido,
pero cuando exprese mi opinión sobre el amor, volviste a hacer lo mismo, fue
una reacción automática, mientras más seguía hablando y mientras más miras por
la ventana, mayor es la fuerza con la que aprietas tus manos, incluso hace un
rato, cuando nuestras miradas se prolongaron, no parabas de aplicar presión,
casualmente paraste cuando desvié mi vista, por todo lo que acabo de mencionar
diría, que la última persona con la que estuviste, no supo entender que no eras
como el resto de las chicas, y al final tal vez llego a ofenderte, por eso
cuando ves a través de la ventana, te cuestionas en que partes has fallado, lo
mismo pasa cuando te miro, te preguntas si pienso lo mismo.
-tus ojos son la copia exacta de
tus dudas y mis dibujos, no hace falta que lo explique, basta con que te mires
al espejo, no importa cuántas veces plasme tu rostro, si nada cambia en tu
vida, nada será diferente en el bosquejo.
-también sé que soy la primera
persona a quien le muestras este lugar, lo noto por la pulsera de la tienda de
edixao que tienes en tu muñeca izquierda, si es de ámbar significa que deseas
sellar un instante que consideras único, en sentimiento, ocasión y lugar, para
conservarlo en la piedra, que según la creencia, el ámbar es capaz de capturar
el tiempo, y solo funciona una pulsera por recuerdo, lo que quiere decir que
esta la estrenas aquí.
-como te dije antes, la esencia
de mi trabajo es observar para saber lo que hay de tras de cada momento, si me
equivoque en algo puedes decírmelo, resta concluir que contrario a lo que
muestras, no tienes ningún miedo, tienes la necesidad de creer, pero no sabes
cómo luchar, quieres que alguien lo valore, y yo daría lo que fuera por tener
una oportunidad de hacerte compañía, eso es todo lo que necesito decir-
concretó Sai totalmente desbordado por sus sentimientos-
- me has encontrado como dices, y
no tengo palabras para describir como me siento, pero necesito ser lo más
importante para alguien, prométeme que harás que mi rostro cambie totalmente en
el siguiente dibujo, que lo único que transmita sea una felicidad inmensa, y
que así será en todos los que marquen cada instante contigo.
-prométeme entonces que me darás
la oportunidad de robarte una sonrisa cada día, que puedo descubrir contigo más
lugares, para que mis dibujos y tus pulseras, capturen cada evento que nos haga
más fuertes.
El viento seguía soplando, los
ruidos de los automóviles lejanos volvían a escucharse, nada en el ambiente
había cambiado, pero era una lástima que nadie más estuviese ahí para plasmar el momento, porque el artista
tenía las manos ocupadas, y un día como
cualquier otro, se formaba un nuevo camino, una historia que iniciaba bajo un
puente, donde lo más difícil de ahora en adelante, será encontrar nuevos sitios
y guardar un poco las apariencias en clase.
Texto por: Tai O'farrell
atrapante, pero el desenlace guateo, gracias de todas maneras...
ResponderEliminarExcelente!!!
ResponderEliminarInteresantae relato. Cierta inquietud: por qué algunos nombres propios aparecen con mayúscula y otros cn minúscula, es un nuevo estilo? También faltan algunos acentos. Por lo demás es un texto muy bbien escrito. Felicidades.
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