Texto por: Eduardo Ortiz.
Sitio del autor, aquí.
Hace unos días me llegó una invitación
para asistir a un foro y talleres sobre auto-protección a periodistas, el cual
se llevaría a cabo en Hermosillo y se me pedía confirmación ( en un principio
no sabia si podría ir o no), por lo que dije a la persona que me llamó que más
tarde confirmaba.
Como ustedes no saben pero yo sí,
los periodistas o reporteros, y mas aún quienes pretendemos ser independientes
y no contamos con un sueldo que asegure nuestras necesidades, andamos siempre a
la última pregunta tapando un hoyo y abriendo otro; cuando no es la luz, es el
gas, el agua, la comida, el teléfono, la
gasolina para nuestro vehículo con 20 o más años de antigüedad,
necesidades que padecen todas las familias mexicanas que como nosotros no tienen
los ingresos necesarios o suficientes.
Bueno, el pedo es que después de
pensarlo y ver si podía permitirme ese lujo, al fin confirmé que iría. Llegado el día de mi partida, al principio pensé en
ir en autobús pues mi carrito además de viejo es fronterizo. Eso significa que
no puedo salir o viajar en el más allá
de la zona fronteriza sin un debido permiso, el cual no puedo tramitar debido a
que el bato que vendió mi coche no cerró el suyo ni lo ha cancelado, hasta la
fecha.
Sin embargo, mi esposa me dijo que
ella también iría, lo mismo que mi hija, pues teníamos casi dos meses ya sin
ver a nuestro hijo mayor quien trabaja y vive en Hermosillo, así que cambié de
idea al último momento y nos acomodamos en mi tsurito, partiendo la tarde del
miércoles pasado a las 4.00 de la tarde con un calorón de la chingada como es
usual en esa parte del país. Así que ahí vamos, sin permisos y por una
carretera donde evitamos el paso por la garita aduanal arriesgándonos a ser
detenidos por una volanta de la fiscal y nuestro auto objeto de aseguramiento
por evadir y violar la ley por culpa de ellos que por un pinchi papel que ya
caducó se niegan a darme un permiso para internar temporalmente mi carro al
resto del territorio nacional, así que es su pedo y también el mío. Pero como dijo
Pedro Pérez un amigo de allá del rancho, ni
modo, pues.
Salimos a las 4.00 de la tarde en
una hora llegamos a la Y griega. Como tenía mucha hambre llegué a un
restaurante para pedir un burrito de
machaca que sé son muy buenos. Esperé como media hora y por fin tuve mi ansiado
burrito, que fueron dos y a solo 20 devaluados pesitos, para salir de inmediato
y comer manejando.
Ya para oscurecer llegamos al
poblado Miguel Alemán donde por fin nuestros teléfonos pudieron tener señal. Hablando
con nuestro hijo, que en ese tramo de la Y griega a la calle 12 nos había
hablado ya unas cuantas veces (pues no tenía razón de nosotros), quedamos en
que nos esperaría en la entrada del bulevar Quiroga, pasando el aeropuerto, para guiarnos hacia la colonia
donde vive, lo cual hicimos ya siendo casi las 9.00 de la noche y después de
cenar una pizza nos dispusimos a dormir, cansados y molidos, pero contentos.
Otro día a las 6.30 ya estábamos
levantados; mi esposa para hacerle desayuno y tortillas de harina calientitas
al hijo pródigo, unos huevos en torta y salsa también recién hecha, y yo para
bañarme y enfilar rumbo a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, lugar
donde se llevaría a cabo la inauguración del Foro y se expondrían algunas
ponencias relacionadas con la defensa de los derechos humanos y leyes para la
protección de periodistas.
La cita era a las 9.00 de la
mañana. Pasó media hora y en la mesa de los chakas que presidirían la reunión
tan solo estaba Felipe Larios Gaxiola, quien tuvo la gentileza de invitarme en
una silla del extremo izquierdo. En el lado derecho, el maestro de ceremonia
que de vez en cuando se echaba un pequeño rollito.
Entre los 20 o 30 asistentes miré
dos o tres rostros conocidos, uno de ellos José Guerra, excorresponsal del
Imparcial en Caborca a quien saludé y me senté a su lado platicando sobre la
situación. Miré hacia atrás y observé al Arturo Soto Murguía, mas conocido como
El zancudo, por el titulo de su
columna y sitio de Internet, a quien también saludé brevemente. Por fin, casi a
las 10.00 de la mañana llegaron los chakas, Raúl Ramírez, titular de la CEDH,
Emma Larios Gaxiola, la senadora por el PAN, un representante de la fiscal no
sé qué, quien se había comprometido a estar presente, el subdelegado de la PGR
y Ricardo González de la organización Artículo XIX, capítulo México, quien
daría tres talleres para autoprotección de periodistas, lenguaje legal y no
recuerdo que más pues solo asistí al primer taller; las razones las expondré
mas adelante.
Cuando llegaron no pude menos de pensar: hijos
de su chingada madre, ni siquiera el puto presidente de los Derechos Humanos
que está en su casa llega a tiempo, ya me imagino a que horas se ha de presenta
r a sus labores diariamente si con un compromiso es tan impuntual.
Una vez acomodados y presentados
se le dio el turno al de la CEDH y se confirmó lo que momentos antes en la Red
comenté, de que estos cabrones solo están para tomarse la foto, hacer discursos
pomposos y salir en la prensa, pero nada hacen para remediar la situación del
gremio. Los mismos lugares comunes, las mismas palabras para cuando hay algo o
sucede algo en contra, que había tantas
averiguaciones desde su llegada al cargo y todas recibidas y atendidas,
bla, bla, bla, a pesar de que algunas estaban dirigidas contra el gobierno
estatal, queriendo subrayar una independencia que no existe, la primera medida
cautelar tomada en favor de un periodista a raíz de una agresión tanto para él
como para su familia y las primeras leyes de protección emitidas en 2006 a raíz
de la desaparición del colega Alfredo
Jiménez Mota, bla, bla, bla y al fin terminar
para que los presentes le aplaudieran su encomiable y fructífera labor
que vale pa’ pura madre, le comenté al Chapo Soto: no le dará vergüenza al cabrón decir tantas mamadas
y las cosas siguen igual. Creo que soy más radical que él.
Siguió la intervención de Ricardo
González, quien hizo algunas precisiones como que mas del 50 por ciento de las
agresiones a la prensa provienen del estado sin importar colores partidistas,
que la fiscalía especial para la atención de delitos contra periodistas carece
de recursos y personal para investigar los mas de 100 casos de agresiones y
asesinatos de reporteros, fotógrafos y directivos de periódicos, que además hay
sub ejercicio del presupuesto, entre otras lindezas.
Luego tocó turno al de la PGR,
cuyo nombre ni me acuerdo pero tengo grabada su intervención que consistió tres
cuartas partes en deslindarse, de no saber porque enviado por quienes deberían
ir y que estaba claro el desagrado de su presencia ahí por que la fiscal andaba
en Bélgica con no sé qué asunto de la PGR y el subdelegado sabe donde y la
imposibilidad de su asistencia o al revés, las razones y justificaciones de
cada uno, quedando al final claro que no son mas que una bola de cabrones funcionarios
turisteros e irresponsables que siempre le sacan al bulto cuando saben podrían
toparse con situaciones incómodas como podría haber sido en este caso. Al fin
terminó su rollo, tomé mi grabadora y me retiré.
Además, algo ya había prendido en
mi la semilla de la vagancia y quería aprovechar
mi estancia en algo que no es frecuente hacer en mi ciudad, el ambiente
cultural tan variado y excitante en una ciudad como Hermosillo, aderezado con
un plus: resulta que anualmente celebran en la exnaranjera ciudad un evento
muy importante llamado Las horas de junio, reunión de escritores, poetas,
fotógrafos, cineastas, editores y músicos que leen, declaman, presentan sus
obras y sobre todo se conocen o rencuentran algunos conocidos de otros eventos
similares.
Para eso ya había llamado a unos
amigos de ideas y gustos similares para encontrarnos por ahí y platicar, pues
que mejor que la sede del evento: el museo y biblioteca de la Unison, alma
mater del estado. Así pues, que en punto de la 1.00, hora señalada, llegué a
las escalinatas del edificio, donde quedé en ver a Loncho (así le digo yo, en
Hillo lo conocen por Choin, su nombre Alonso Castillo, un excelente fotógrafo
al que han publicado trabajos en diarios como el Washington Post y corresponsal
de la agencia Reuter en Sonora), para asistir a una mesa donde estarían
editores independientes encabezados por Mauricio Bares, al parecer un grande de
entre los editores independientes. Yo desconocía su historia y currículo pero
Loncho lo quería entrevistar para un proyecto que trae entre manos con algunos
amigos: una radio por Internet, y quería incluirlo en la primera emisión que
será estos días.
Me sirvió ya que encontré una
alternativa para editar o publicar mis loqueras, ya sea por mi cuenta o
enviarles a esos editores mi material a ver si les interesa y sale algo pues
Mauricio Bares me pidió le enviara mis textos para analizarlos y le prometí que
así lo haría. Ahora todo depende de mi correctora estrella Suri Lecona la
rapidez o tardanza en que esto se haga.
Mas tarde, después de salir del
taller de protección y autoprotección donde solo acudimos tres o cuatro que nos
autonombramos periodistas, el resto académicos y estudiantes, salí chicoteado
otra vez al museo para encontrarme con los amigos, topándome con Carlos
Sánchez, escritor, reportero, fotógrafo y buen camarada. Luego del saludo y una
breve charla mientras una bato declamaba un poema de su autoría el cual me
gustó bastante, que hablaba de un compa que en el rigor del extremista calor
desea una caguama bien helada y sueña y quiere llorar por la novia, por el
calor y por las calles de esta ciudad ardiente, este culminó arrancando una
nutrida dosis de aplausos, alimento para el alma de quien sabe que escribir no
deja para vivir, nos dirigimos a otra sala donde se presentó Gerardo Enciso, trovador,
rockero, compositor y excelente guitarrista quien ante un pequeño pero selecto
auditorio fue desgranando sus poemas hechos canción, acompañado de otro no
menos excelente guitarrista de la escena local.
Una vez terminado el concierto de
Enciso cenamos ahí mismo a un costado de esa sala y después de dos vasos de
cerveza de a 10 pesos cada uno, de esa de barril bien helada, en pequeños
grupos se fue desgranando la mazorca, optando la mayoría por ir a la bohemia ,
previo pase de voz, una bar-cantina típica y de tradición en la capital, pegada
casi al Palacio de gobierno, y ahí recalamos el Loncho y yo. En la puerta nos
encontramos con Mauricio Bares y un pequeño grupo de sus amigos, que se habían
ido a patín. No supimos que andaban a pie por lo que ni pensamos ofrecerles
raite, aunque de todos modos no habrían entrado todos en el Tsuru. Cobraban 20
pesos de cover para cooperación de no sé que causa. Yo no pague, era invitado y
tampoco traía efectivo así que me dispuse a gorrear toda la noche al Loncho.
Adentro, en el espacio al aire
libre para fumadores estaba a reventar así que cogimos sendas sillas y optamos
por acomodarnos al pie de las bocinas del grupo Guaje Colectivo que amenizaron
el ambiente casi toda la noche larguísima y corta a la vez por la alegría y el
jolgorio.
Al fin después de las 2.00 de la
mañana nos empezaron a correr. Se formaron grupos y algunos se iban a sus respectivos
hoteles, el suites Kino, casi en su mayoría de los que ahí andaban. Otros a
casa de amigos como el formado por Enciso, María Cabral, Victor Hugo Rascón,
que al parecer se fueron a casa de María quien desde tempra había invitado. Otro
formado por Alonso, Rodrigo Solis, Paco, amigo de Alonso y yo, optamos por
irnos a un lugar clandestino donde según Paco había de todo y según sus
palabras ahí recalarían la mayoría de los asistentes a La bohemia esa noche. Pues que nos vamos, llegamos, bebimos, platicamos y la
noche se hizo día y mi carro se enllavó por culpa del Alonso. Batallé más de
una hora para abrirlo, pero al fin lo hice. Mi esposa llame y llame, con
amenazas de por medio.
Llegué a casa, me creyó lo de la
puerta, dormí, dormí, dormí y no me levanté para ir al resto de mis talleres
que tanto me interesaban, pero lo bailado nadie me lo quita… Por eso digo Hermosillo es otro pedo…
Texto por: Eduardo Ortiz.
Sitio del autor, aquí.
Un relato apegado a las circunstancias reales y actuales de México. Un texto que recorre las problemáticas de la vida ordinaria de una sociedad como la méxicana con una narrativa lineal y concreta, en este caso, de Hermosillo, Sonora. Interesante¡ Un abrazo
ResponderEliminarbueno,bueno!!! me atrapó al onstante!! instante! perdón ji
ResponderEliminarExcelente y si, Hermosillo es otro pedo indiscutible
ResponderEliminarbuenisimo este relato es otro pedo!
ResponderEliminarGenial. a pesar de no conocer exactamente la reallidad Mexicana de hoy.........y de antes, humildemente pido disculpas por mi ignorancia.pero dentro de ella, algo parecido e un sunami, se apodera de mis sentidos(mas jodidos) y me dan ganas de salir a romper todo lo rompible, morder todo lo mordible, así, con mis propios dientes, a mordiscones les arrancaría la piel.
ResponderEliminarLa realidad nos sobrepasa tanto que creo no tenemos idea de los que está pasando cerquita nuestro, quizás pequemos por ingenuos, por abstraídos o alienados, quizás, pero es tan tremebundamente asqueroso lo que nos rodea que no podemos menos que agradecer, los que podemos,los que al rozarnos apenas con la vida real asqueamos.Ese asco, esa asquerosa sensación de ser inútil, de cero a la izquierda del cero, es agradecible.Al menos sabemos que algo de humano nos queda, al menos tener pesadillas es un oasis.
Gracias por sus comentarios espero les gusten los demás
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