Pablito venía a todo correr por la calle Esperanza. No corría…
flotaba, pues según un cuento de Cortázar que su padre le había leído la noche
anterior, un niño flota cuando corre a paso largo y sin doblar las rodillas. A
este movimiento Pablito añadió no doblar los codos tampoco y mover los brazos
como soldadito de plomo en plena marcha. Así venía, galopando, lengua de fuera,
sudoroso por el partido recién acabado de balompié en la cancha de la calle San
Andrés. Su cabeza estaba llena de fantasías, súper-héroes, carros voladores,
extraterrestres, helados gigantes de limón, y de mascotas raras, cosas con las
que un niño puede soñar.
Por el eje que entronca con la calle Esperanza corría a toda
velocidad un camión de pasajeros. El hombre que conducía el transporte era
malhablado y miope. Pasaba todos los altos, topes, banquetas y obstáculos por
igual, siempre con la mínima preocupación. Los pasajeros se encontraban cada
quién en lo suyo, unos leían, otros escuchaban música, otros dormían. Nunca
había pasado nada interesante en sus vidas hasta el día en que el camión
atropelló a Pablito, en la esquina del Eje 6 y la calle Esperanza.
Después de todo nunca pasa nada. Uno va a una fiesta y se lo
pasa mal, pero después de todo no estuvo tan mal. Uno compra la maxi-hamburguesa
y después de todo no es tan grande. Una camioneta choca contra un auto pequeño
y después de todo, el auto no quedó deshecho. Dentro venían unas ancianas y
salieron muy dañadas por el golpe, sangradas las narices, pañuelo en mano y
toda la cosa, pero después de todo no les pasó nada. Uno contrae una enfermedad
terminal y después de todo ya era tiempo de morir. Después de todo nunca pasa
nada. Después de todo a Pablito sí que le pasó: murió.
La muerte de un niño es cosa que entristece a todos, menos
al niño. Pablito se levantó, miró su cuerpo en el desecho sobre el asfalto y
continuó flotando hasta su casa mientras la muchedumbre se aglomeraba alrededor
suyo.
La muerte no le inquietaba,
estaba acostumbrado a morir; lo habían matado cientos de veces: en Street
Fighter, en fuga de uvas, en policías y ladrones, en las historietas que
inventaban sus amigos… En fin, morir es cosa común en la vida de un niño. Entró
a casa contento. Hola mamá, hola papá, ya llegué, golpecito en la cabeza al
perro y todo muy normal. A la hora de cenar bajó hambriento, comió como nunca y
les contó a sus padres sobre su día. Les platicó que un amigo suyo se cayó de
la bicicleta y terminó en el hospital. Sobre el partido: ganaron cuatro a cero.
Les habló sobre su nueva profesión: futbolista. Les contó que odiaba a la
hermana de su nuevo amigo, Armando. Lo que no le contó a su familia es que
había muerto, eso sí que se lo reservó, pues de enterarse ¡lo mataban!
A la hora de acostarse, como todo niño o todo hombre, Pablito
caviló sobre su estado actual. Le resultaba tan natural estar muerto, que hasta
ahora no se había preguntado por qué no estaba en el Cielo. Su único pecado era
rechazar las verduras en la sopa y eso no era pecado. Pecado el de su abuela,
que escupía secretamente el vino en las misas, pues pensaba gravísimo beber
alcohol. Tampoco estaba en el Infierno ¿Dónde estaba Satanás patas de cabra? No
había ángeles, demonios, nada. Estaba tranquilo en su cama, como cualquier otra
noche, e incluso se angustió más la vez que llegó con la rodilla raspada y se
lo guardó para que no le castigasen.
Pensó que al dormir moriría
definitivamente y poco a poco se dejó ir y se sumió en un profundo sueño.
Pero a la mañana siguiente
despertó. Se paró muy emocionado, ya no recordaba su muerte, y se apresuró a vestirse.
Tenía un partido de balompié y presentía que ganarían cuatro a cero.
¿Por qué mis AudioTextos les pones voz de mujer?
ResponderEliminarSalió un caso en las noticias de un niño atropellado por un microbusero y me recordo este cuento. es muy bueno tu cuento. al menos aqui la muerte del niño es divertida y fantastica. espero que asi sea en la realidad.
ResponderEliminarcreo que esto es muuy bueno!!!!
ResponderEliminarMe encantó. =)
ResponderEliminarcarajo cabrón, tus altibajos (PARA MI CLARO) son desconcertantes; del muy mal logrado "si no fuera por ellos", a este muy buen cuento no logro decidirme...
ResponderEliminaraplausos por este gran escrito
Gracias por tus comentarios, Espalda de Bronce. Es bueno escuchar crítica sincera.
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